Guillermo Salas Razo/ Cambio de Michoacán
Recientemente, el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer, reconoció que México carece de un modelo educativo de calidad, o dicho en otras palabras, México debe aspirar a tener en el siglo XXI una educación de calidad que haga frente a los retos que la globalización trae consigo.
Y es entonces cuando en el discurso nos plantea un nuevo modelo educativo socioemocional. Sí, un modelo educativo bondadoso que sustenta su aprendizaje en las emociones personales, que ayuda al desarrollo de una forma competente en el entorno (familiar, social, académico y laboral en el futuro), que proporciona herramientas para afrontar conflictos a través de la empatía y comprensión de los demás. Un modelo educativo que busca que los niños y jóvenes sean felices para construir una sociedad más justa, pacífica, productiva y sostenible. Es decir, un desarrollo sociemocional que implica comprender los sentimientos de los demas y controlar los propios sentimientos para tener una “sana convivencia”. Pero este es un énfoque dirigido al individuo, que si bien le ayuda a resolver sus conflictos, a adquirir confianza en sí mismo y a lograr sus propias metas, tiene como objetivo: la prosperidad y felicidad individual.
Pero México no es sólo un país de 130 millones de individuos, somos una gran nación con una sociedad que compartimos los mismos problemas, las mismas necesidades, las mismas carencias y el mismo entorno. Entonces, lo que en México necesitamos es un nuevo modelo de educación que le permita a la sociedad enfrentar los retos actuales con un cambio de actitud y que integre el bienestar común.
Por lo tanto, la alternativa al modelo educativo que requiere México debe ser con un enfoque socioformativo. Una nueva perspectiva o mirada de los procesos educativos centrados en trabajar con proyectos transversales, como los describe el doctor Sergio Tobón (asesor en currícula, aprendizaje y evaluación por competencias para Iberoamérica), buscando que los integrantes de una comunidad desarrollen un sólido proyecto ético de vida, sean emprendedores, trabajen de manera colaborativa y sean competentes. Esto significa que en el nuevo modelo de educación la meta no debe ser el individuo, sino formar personas para una sociedad que viva con un propósito claro, que actúe con base en los valores universales y que sea emprendedora mediante la colaboración, esencial para lograr la convivencia en sociedad.
El gran reto para nuestra nación, la verdadera reforma educativa. Un cambio planificado que enmiende el modelo educativo actual y que dé sentido a las reformas estructurales que México y su sociedad demandan, y que además de la educación básica incluya tambien la educación superior e incluso la educación a nivel posgrado.