MARIELA SOLÍS / MILENIO
A propósito de la conmemoración del día de las y los maestros, es importante revisar la evolución de las mujeres en la educación en dos sentidos: la educación para las mujeres y la educación por medio de las mujeres.
Las bases del actual sistema educativo comienzan a construirse en Europa a mediados del siglo XVIII, con la creencia de que niñas y niños fueron creados para desempeñar destinos sociales distintos y, en consecuencia, también su educación debía ser muy diferenciada. La enseñanza para las mujeres se basaba en aprender rezos, y en aprender las labores domésticas para ser buenas esposas y madres. Por el contrario, la educación de los hombres estaba abierta al conocimiento, a las ciencias, a la filosofía y otras asignaturas.
Mientras tanto, en México desde la época precolombina, el ideal educativo residía en mantener los usos y costumbre del pasado, observando también la diferencia entre hombres y mujeres en materia de educación para llegar a este objetivo.
Con la llegada de los españoles a nuestro país, el modelo educativo europeo fue insertado en nuestra cultura. Si bien el sentido de mantener en inferioridad a las mujeres era el mismo, la religión tomó el terreno de la educación para evangelizar a los indios de nuestras tierras.
Con esta tarea, en 1534, el obispo Fray Juan de Zumárraga trató de incrementar la educación de las indias, trayendo maestras monjas de España. Por lo que la educación de las mujeres fue en los conventos y sus maestras fueron mujeres de la iglesia.
En la Colonia, en 1786, inicia un mejor sistema escolar y público para mujeres; se impulsa la educación y el trabajo femenino; lo cual hace necesario optimizar este aprendizaje y modificar las conductas tradicionales.
Sin embargo, el mayor logro escolar para la mujer, se puede considerar que es durante el siglo XVII. En esta época es precisamente en Puebla, donde se inicia la profesión de “maestras de escuela”, solo para mujeres españolas, en las cuales se enseña a hacer chocolates, a tejer y coser. En 1871, con Benito Juárez, se crea la “Escuela de Artes y Oficios para Mujeres”, la “Escuela Normal de Maestras” y la de “Enfermería”; esto marca un gran desarrollo profesional para las mujeres en nuestro país.
Más adelante a finales del siglo XIX un reducido grupo de mujeres consigue el acceso a escuelas superiores, constituyéndose su inserción en oficios, literatura, periodismo y, señala su lugar en la docencia.
La mujer se encuentra en un círculo vicioso educativo desde tiempo remoto. Es quien ha tenido que reproducir las enseñanzas machistas, inmersas en la sumisión y al mismo tiempo es quien recibe estas enseñanzas.
¿Cuál es nuestra tarea? Las mujeres que somos madres y las mujeres que tienen el don de educar en las aulas nos corresponden transmitir una educación en valores, responsabilidad e igualdad para romper este círculo vicioso.
Recordemos las palabras de Margaret Mead: “Los niños tienen que ser enseñados sobre cómo pensar, no qué pensar.”